viernes, 14 de noviembre de 2008

Un jimenato elegido "Nariz de Oro"

Leído en el Diario Vasco. Por su interés reproducimos esta noticia.
El beasaindarra fue el único guipuzcoano que se clasificó para la final de Madrid. Medio centenar de 'narices' participaron en las catas celebradas en San Sebastián
ANE URDANGARIN
Se llevan a cabo cinco en toda España. La de ayer en Donostia, que abarca la zona norte, era la primera. La final se disputará en junio en Madrid.
Cuando se trata de vinos jóvenes, adivinar el coupage del tempranillo con un graciano o una garnacha no es tan sencillo. Francisco Ríos, beasaindarra desde que tenía un año -nació en 1963 en Jimena de la Frontera, Cádiz- se dejó guiar por el instinto. «Puse graciano». Y, a diferencia de otros pesos pesados de la sumillería, acertó. Fue el único de la veintena de guipuzcoanos destacado en la primera de las clasificatorias, la correspondiente a la zona norte, del concurso Nariz de Oro. Consiguió el pase para la preciada final, que se disputará en junio en Madrid, y el premio al mejor sumiller del territorio.
---
----
Eso sucedió a última de hora de la tarde de una jornada que discurrió con un título de película: Entre copas. En este caso, el escenario no eran los viñedos californianos de Santa Bárbara, sino los salones del Hotel Londres, donde desde primera hora de la mañana se sucedieron las catas, en las que se puntuaron más de un centenar de vinos, y las charlas.
Entre los participantes, sumilleres de restaurantes de todo tipo -algunos de relumbrón-, responsables de sala o gerentes de vinotecas. Todos ellos grandes aficionados a los vinos que más que por la competición acudían a la cita, según confesaban, para estar con otros colegas, probar caldos y seguir aprendiendo gracias a este concurso que organiza la revista Vino + Gastronomía.
Este era el caso de la navarra Marta Domínguez de Vidaurreta. Su cuarto mes de embarazo no fue óbice para que oliera algunos vinos, aunque de probarlos, nada de nada. Sumiller del restaurante Tuball, regentado por su suegra Atxen Jiménez, se confiesa autodidacta en esto de los vinos, un mundo que «cada vez está más alcance de todo el mundo. Es más accesible y la gente tiene cada vez más nivel». Defensora de los vinos navarros, «donde las cosas se están haciendo muy bien», disfruta cuando el cliente se pone en sus manos «y confía en ti».
La prueba clasificatoria arrancó a las cinco de la tarde. Los participantes tenían que identificar, exclusivamente por el olfato, un vino presentado en una copa negra. Previamente, habían catado y recibido información sobre ése y otros cinco vinos, semejantes en aroma. Para el jurado, el alavés Elías Rodero, de la vinoteca Vinosfera de Vitoria, fue quien supo especificar con mayor precisión los principales matices olfativos, el coupage, etcétera. «El vino presentado era un 60% tempranillo y 40% graciano, un tinto elegante, persistente y largo con múltiples aromas de frutos del bosque, pimientas y tinta china», según describió Rodero.
Colaborador de Dolarea
Francisco Ríos también acertó el porcentaje de las distintas variedades de uva y se hizo, por segundo año consecutivo y en su segunda participación, con un pase para la final. «Más no se puede pedir». Y eso que no se dedica profesionalmente al mundo de los vinos. Es el encargado de la administración de la empresa Orpabe, «aunque siempre he tenido relación con el mundo de la hostelería». En estos momentos colabora con el restaurante Dolarea de Beasain, y nada más conocerse ganador recordó a Iban Mate, responsable de este restaurante goierritarra con una extensa carta de cerca de 300 referencias «donde he aprendido y sigo aprendiendo todo lo que sé de vinos».

No hay comentarios: