viernes, 13 de febrero de 2009

Málaga asombrosa: Las Buitreras de El Colmenar

Leído en el diario Sur. Por su interés reproducimos esta noticia.
Por José Becerra.
El cañón de Las Buitreras se encuentra próxima a una estación hidroeléctrica, no muy lejana de la barriada de El Colmenar -Estación de Gaucín-, un espolón de población dispersa pero boyante de Cortes de la Frontera.
El viajero, al llegar, entabla conversación con un joven, vestido de mono azul con peto manchado de grasa. No hace falta preguntar para saber que el joven, que es moreno y luce grandes patillas, es empleado de la estación. Le pregunta Federico el camino más corto y fácil para llegar hasta Las Buitreras.
- Para llegar hasta ellas – le dice - se puede escoger entre tres accesos: túneles del ferrocarril, cauce del río y laderas empinadas. Ninguno de los tres es fácil, se lo advierto.-
¿Cuál escogería usted?- Yo escogería el del cauce del río. Es el más tranquilo y el que exige un esfuerzo menor. El de los túneles es peligroso por el paso de trenes y el de las laderas del monte hay que estar en buena forma física.
Ya le digo...Le hace caso el viajero al joven de la estación y sigue por el camino del río en el que no encuentra serias dificultades, a no ser porque se ve obligado a vadearlo un par de veces. Con todo, caminando por las farragosas márgenes del río, oteando los impresionantes farallones en lo que se va encajado, ganado por el silencio que sólo rompe el borbotar de las aguas, mitigado por la ausencia de torrenteras, Federico se siente a gusto consigo mismo. Aquel deambular por terreno que se le antojaba en el antípoda del asfalto callejero era tan nuevo para él como para un astronauta pisar el suelo de una planeta desconocido.
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-Tunel de Las Buitreras. Foto: Antonio Casas-

Pero si el silencio era solemne río abajo, éste llegó a su culminación cuando se avizora el tajo de más de cien metros de profundidad sobre el Guadiaro. El río con paciencia de siglos ha ido socavando la piedra hasta dar forma a la hendidura que sobrecoge el ánimo. Un corte limpio, casi sin melladuras, un decorado natural para un pintor impresionista, porque se manifiesta el juego de la luz y el aspecto cambiante y fugitivo que ésta dispensa a las cosas, también porque no existen colores sombríos y todo lo que rodea es claro y vivo.

¡Qué magnífico escenario, grandioso en su soledad, para encontrarse con uno mismo! ¿Acaba el Gran Hacedor de crear el mundo y me ha concedido a mí el privilegio de ser su único habitante? ¿ Y si fuese lo contrario? Un cataclismo acabó con todo lo puesto en pie por las civilizaciones que en la Tierra dejaron sus huellas y el único superviviente, el viajero, anonadado por cuanto puede contemplar a su alrededor, vive los estertores de la existencia terrena en la que ya la vida se esfumó por completo.

¿Soñaba, elucubraba ganado por la severidad y magnificencia del paisaje de agua y piedra?Ensimismado no sabía bien el tiempo que permaneció en el lugar. Incluso no podía asegurar que sentado en su contemplación y ganado por la paz reinante no descabezara un sueño. Declinaba la tarde, aunque al interminable día del mayo primaveral todavía le quedaban algunas horas de plena luz.

El regreso lo emprendió por el camino de los túneles. La ingeniería humana había intentado imitar en belleza a la Naturaleza y había dejado un falso túnel de más de 2 kilómetros de largo sobre la mitad de la ladera montuosa. Un túnel flanqueado por innumerables arcos que desde lejos le dan la apariencia de un animal antediluviano, una gigantesca serpiente de hormigón que se habría atrevido a reptar sobre la roca desnuda. Era el túnel de los Alemanes, llamado así porque fueron ingenieros de este país quienes lo pusieron en pie, desafiando el desnivel de las laderas, venciendo la inmensa quebradura de la montaña.

Ingeniería espectacular y paisaje insólito dándose la mano en un prodigio de equilibrio entre lo que brinda la Naturaleza y lo que es capaz de hacer el hombre. En pocas ocasiones se verá una conjunción más perfecta.

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