lunes, 4 de noviembre de 2013

"Sobre el pleno extraordinario solicitado por el PSOE y la anunciada ausencia de IU", por Juan A. Vázquez

Juan Antonio Vázquez, exconcejal del Partido Andalucista en el ayuntamiento de Jimena
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En relación a la petición de pleno extraordinario por parte de un Grupo Municipal para que se responda a sus preguntas, y la actitud de otro de no asistir a ese pleno, me vienen a la mente situaciones parecidas que, con un poquito de memoria, deberían hacer sonrojarse a algunos.
Respecto a la petición de pleno por la ausencia de contestación a sus preguntas, llama poderosamente la atención que la hagan los mismos que durante décadas se negaron a contestar a las que se les hacían. De hecho, aún podría sacar docenas que quedaron sobre la mesa, algunas incluso porque el mandamás de turno decidió levantar la sesión dando ejemplo de cómo el tiempo de las dictaduras no está tan lejano.

No contestar a las preguntas, negar la palabra a los ediles en el Pleno, e incluso negarse a convocar un pleno extraordinario debiendo hacerlo la secretaría general exlege han sido algunos de los muchos abusos que durante décadas se han impuesto en Jimena. Por supuesto, ello no excusa en absoluto que otros hicieran lo mismo, pero hay herramientas suficientes, creo, para conseguir el objetivo antes que un Pleno Extraordinario, que tiene un coste para todos de nuestros impuestos, como por ejemplo solicitar comisiones informativas extraordinarias (sólo comisiones) donde se traten esas preguntas. Puede que a los solicitantes no les interesara por no ser tan perjudicial para las maltrechas arcas públicas, porque igual no conseguirían tanto eco mediático, o simplemente por ignorancia. En cualquier caso, como digo, llama la atención que quienes durante décadas se han negado a responder muchísimas preguntas, ahora hagan de ese tema –con todo su derecho- su caballo de batalla…
Por otro lado, en cuanto a la falta de asistencia de algunos ediles voluntariamente y la supuesta donación de sus retribuciones, hay algunas cuestiones que también me llaman la atención:
En primer lugar que no se puede donar algo que no es de uno, y si no se asiste al pleno no se cobra por su asistencia, valga la redundancia. Por ello si se quiere donar lo primero es asistir, y luego se donan los ingresos. Es como si un cantante donara la recaudación de un espectáculo al que no asiste… muy generoso él, y con poco esfuerzo además.
En segundo lugar no recuerdo durante las últimas décadas cuántos concejales faltaron a sesiones plenarias, aunque las consideraran de mayor o menor importancia. Lógicamente a los ediles del gobierno municipal, que controlan las fechas de los plenos, les resultaba más difícil justificar sus ausencias, en ocasiones por encontrarse fuera de la península de vacaciones, mientras que a los que no tenían control alguno de esas fechas era más fácil que les coincidiera con alguna situación difícil de compatibilizar.
No obstante, creo que en la inmensa mayoría de las sesiones, y salvo por causas de fuerza mayor, no faltaba nadie. Ello, como digo, independientemente de la participación que tuvieran en los plenos o el interés que les suscitara.
Hay que recordar que la asistencia a los plenos no es sólo un derecho, si no una obligación. Tanto es así que el art. 78.4 de la Ley 7/85 reguladora de las Bases del Régimen Local establece que “Los Presidentes de las Corporaciones locales podrán sancionar con multa a los miembros de las mismas, por falta no justificada de asistencia a las sesiones o incumplimiento reiterado de sus obligaciones, en los términos que determine la Ley de la Comunidad Autónoma y, supletoriamente, la del Estado.”
No creo que haya cambiado tanto la fórmula de posesión de los ediles como para que no juraran o prometieran con su cargo el respeto a la legislación, por lo que entiendo que todos procuran ir siempre salvo causas de fuerza mayor.
Por ello entiendo que los comentarios sobre ausencias voluntarias deben ser una confusión, y los representantes públicos, al margen de sus motivaciones personales, mantienen un respeto absoluto por las normas pactadas, como corresponde en democracia.

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