domingo, 26 de octubre de 2014

'Pasos Largos', la última entrevista al último bandolero de la Serranía de Ronda hace 80 años

Leído en Diario Sur. Por su interés reproducimos este artículo
Juan José Mingolla cobró 1.000 pesetas por hablar con los periodistas poco antes de morir en un enfrentamiento con la Guardia Civil
JOSÉ MANUEL ALDAY
De Juan José Mingolla Gallardo, más conocido como 'Pasos Largos' , el último bandolero de la Serranía de Ronda, se ha escrito mucho y se ha hablado más todavía, aunque algunos aspectos de su figura han pasado desapercibidos frente a sus hazañas y escaramuzas.

 Poco antes de morir en un enfrentamiento con la Guardia Civil, el bandido concedió una entrevista por la que cobró 1.000 pesetas de entonces. Fue en 1934, a la revista Estampa, una publicación que, según recoge la Biblioteca Nacional de España, modernizaría el periodismo gráfico español de actualidad en un momento de silencio informativo y de censura previa en la dictadura de Primo de Rivera.


Fernando Ramos Gómez, miembro de la Asociación Cultural Turóbriga de El Burgo, una revista en la que se publican artículos sobre la historia del pueblo donde nació 'Pasos Largos', lleva años investigando todo lo concerniente a este personaje que tantos rios de tinta ha hecho correr no solo en páginas de libros y revistas especializadas, sino también de periódicos de la época. "Era un personaje que se dio a conocer rápidamente por sus hazañas. La prensa de entonces seguía sus pasos hasta el punto de que consiguió entrevistarle en varias ocasiones", dice este investigador y profesor que ha dedicado muchas horas al seguimiento que 'Pasos Largos' tuvo en los diarios y todo tipo de archivos en los que aparece. "De alguna forma se convirtió en un personaje mediático que supo de la trascendencia que tenía lo que hacía", dice, de ahí que señale que "en más de una ocasión maldecía que la prensa ganara dinero a su costa". Por eso, según Fernando Ramos, estando en la cárcel de Málaga, cuando los periodistas de la revista Estampa fueron a entrevistarle, 'Pasos Largos' les pidió a cambio "mil pesetas ". Fue su última entrevista, pues meses después, tras salir de la cárcel, murió en un enfrentamiento con la Guardia Civil. La transcripción de esa entrevista que adjuntamos cobra más interés si cabe, pues en ella el célebre bandido hace un repaso a sus andanzas.

Y es que la vida del que se ha dado en llamar el último bandolero de la Serranía de Ronda ha dado para mucho. Natural de El Burgo, a Juan José Mingolla Gallardo 'Pasos Largos' (1873-1934) su vida solitaria en la sierra y su afición a la caza furtiva le puso en el punto de mira de la Guardia Civil. Soldado en Cuba en 1895, cuando regresa a su tierra se encuentra sin apenas familia, lo que le convierte en una persona solitaria que pasa la mayor parte del día en la sierra, según Fernando Ramos. "Se aficiona al juego, tuvo muchas riñas y peleas a causa de ello, hasta que protagonizó un doble crimen, el de un padre y su hijo, cortijeros de la finca Los Chopos, de Arriate, que le habían denunciado por caza furtiva, por lo que recibió una paliza de la Guardia Civil, lo que le hace huir a la sierra". Una sierra que "conoce como la palma de su mano" y donde inicia sus hazañas y leyendas. Una de ellas habla de que estando huído logró desarmar a una pareja de la Guardia Civil y les dijo que regresaran a Ronda y contaran lo ocurrido a sus superiores, aunque posteriormente, en un acto poco usual de un delincuente con una imagen tan despiadada como lo dibujaban en la época, por medio de un muchacho les hizo llegar las armas a los agentes al pensar que éstos iban a sufrir un castigo de sus mandos.

'Pasos Largos' también secuestró y pidió un rescate por el terrateniente Diego Villarejo, de Cuevas del Becerro, "del que llegó a cobrar 10. 000 reales y le sustrajo un reloj de oro", cuenta Fernando Ramos, quien señala que "su afición al juego no tenía límites e incluso se cuenta que llegó a amenazar y presionar al propio alcalde de Ronda y otros principales de la misma localidad".

Sus andanzas, descaro y atrevimiento trascendieron por toda España, y su busca y captura se convirtió en una tarea primordial para el Gobierno de entonces. Así hasta que en 1916, 'Pasos Largos' fue localizado por la Guardia Civil en uno de sus escondites. "Al parecer, la mujer de un cabrero lo delató. Tras un intenso tiroteo, consiguió escapar herido y tras caer por un barranco, donde permaneció inconsciente y malherido, pudo esquivar a los guardias". Herido como estaba, "decidió ir a Ronda y acudió al Café Sibajas, en la calle La Bola, donde jugaba a menudo y conocía a su dueño, Antonio Sibajas, a quien le dijo que se quería entregar ". Una vez apresado, cuando era conducido por los guardias civiles, la gente de Ronda se arremolinó en la calle, lo vitoreó e incluso pidió su libertad.

El preso se benefició de las reformas penitenciarias realizadas por la malagueña Victoria Kent, directora general de Prisiones por aquel entonces, y posteriomente se le concedió la libertad condicional en el año 1932, por el Gobierno de la República, cuando llevaba cumplidos 16 de su condena. "Diego Villarejo, a quien había secuestrado, le ofreció entonces un empleo como guarda pero 'Pasos Largos' no tardó a echarse de nuevo al monte para continuar con sus andanzas, robando en cortijos y entrando en propiedades".

Así hasta que en marzo de 1934, la vida de 'Pasos Largos' llega a su fin. Fue poco después de que concediera la entrevista a la revista Estampa en la cárcel de Málaga, donde permanecía por varios delitos menores. Tras salir de prisión y volver a las andanzas, la Guardia Civil recibe un chivatazo de que el bandido se encuentra en la cueva de Solpalmillo, en Sierra Blanquilla. Guardias civiles procedentes de Ronda, Arriate, Igualeja, Serrato, El Burgo y Cuevas del Becerro realizan batidas por la comarca hasta que un grupo de ellos le sorprende. Y aunque según Fernando Ramos hay distintas versiones sobre este capítulo final, la oficial indica que fue la Guardia Civil la que acabó finalmente con su vida y con su leyenda y la de los bandoleros de la Serranía de Ronda y de Andalucía. De eso se han cumplido ya 80 años.
---
 ENTREVISTA en la Estampa, 24 de febrero de 1934


"Lo que quiero es escribir todo lo que me sucedió en la vida, y así sacarme un poco de dinero para pasar tranquilo mi vejez"

  • Entrevista íntegra a 'Pasos Largos', el último bandido andaluz, por Vicente Sánchez-Ocaña


A “Pasos Largos” no le gusta contar su historia, o, por lo menos no le gusta contarla de balde. - Yo, lo que quiero –me explica- es escribí con to lo que m'ha sucedió en la vida, y así sacarme un poco de dinero pa pasá tranquilo mi vejez… De manera que aunque le doy unos billetes por que se deje interviuvar, me regatea las respuestas con cierta rústica avaricia.
- ¿Es usted de El Burgo?
- Ea.
- ¿Tenía usted ya unos cuarenta años cuando le pasó aquello?
- Mas o menos.
- ¿Cuánto tiempo estuvo usted en la Sierra?
- Algunos meses…
- ¿Fue usted a entregarse a Ronda?
- Eso…
He gastado tres o cuatro horas en un diálogo, así, hasta conocer del todo su vida.
Cazador furtivo
Tiene un poco de música de tango.
En Ronda hablan de una novia que tuvo de joven, y que lo dejo por otro. Algunos dicen que se llegaron a casar y que lo que pasó fue que ella se escapó a Buenos Aires con un amante.
Novio o marido abandonado a los cuarenta años, es un tipo bastante raro entre los campesinos, un hombre solitario, sin mujer, sin familia…
Hay una copla castellana que pinta la amarga y aventurera existencia de estos desarraigados:
En Ronda hablan de una novia que tuvo de joven, y que lo dejo por otro. Algunos dicen que se llegaron a casar y que lo que pasó fue que ella se escapó a Buenos Aires con un amante. Novio o marido abandonado a los cuarenta años, es un tipo bastante raro entre los campesinos, un hombre solitario, sin mujer, sin familia… Hay una copla castellana que pinta la amarga y aventurera existencia de estos desarraigados:
La vida del mozo es:
saltar tapias y bardales,
dormir en camas ajenas,
morir en los hospitales.
Tapias y badales los salta como nadie “Pasos Largos”, que la mitad del año se busca la vida de cazador furtivo. Pero el oficio tiene riesgo. Un día en un cortijo del término de Arriate, en El Chopo, la Guardia Civil, avisada por los cortijeros, lo coge y se lo lleva al cuartel.
“Lo amarraron –cuenta no sé si la leyenda o la Historia- a un pesebre y empezaron a pegarle… Tanto le pegaron que él decía llorando “¿Denme ustés un tiro por Dío!”…”
Estuvo seis meses en el hospital de Ronda, pero al salir siguió sus correrías.
- Lo que sabía de la caza –me dice un viejo amigo suyo- se lo ganaban con trampas en los cafés… Es un infeliz…
La calentura del juego se le arrastra a aventuras temerarias. Asalta las fincas de los alrededores de Ronda en pleno día, a la vista de los guardas. A uno que quiere resistirse le grita:
- ¡Algo más que conejos voy a matar, si te empeñas!
Y el guarda huye atemorizado.
Los civiles lo persiguen y le fuerzan a abandonar un coto del conde de Monte Lirio, sobre el que solía caer, y a buscar cazaderos más lejanos.
La muerte de los “Tribuneros”
Así va a parar de nuevo cerca del cortijo El Chopo, por donde, desde que le pegaron los guardias, no ha vuelto…
Una tarde le tira a un pájaro, y cuando va a recogerlo se alza entre unos árboles un hombre que está cortando leña.
-¡Juaniyooo –le vocea zumbón., a ver si te pillan otra vez los sivile de Arriate!
Es el Tribunero, el hijo del cortijero de El Chopo, que lo delató.
Corre el año 1916, y fue en 1907 cuando los civiles de Arriate lo cogieron pero la voz del mono aviva bruscamente en el corazón de “Pasos Largos” la apagada memoria de su humillación.
- ¡Hombre –murmura con los delgados labios contraídos por una falsa sonrisa- todavía t´acuerdas…!
Y cargando de nuevo su escopeta avanza hacia él.
- Yo procuraba- cuenta ahora- llevármelo a un horno de cal que había cerca para enterrarle allí, pero se lo malicio y no se quería mover, de manera que tuve que tirar en donde estábamos… El Tribunero cae con la cabeza destrozada, moribundo.
-Pero- sigue contando el bandido- zarpeaba, y para que no penara más, cogí el calabocillo que le valía para cortar la leña y con él lo arrematé…
Después, con el calabozo en la mano, se va al cortijo, a buscar al padre, el señor Pepe, el Tribunero.
- Señó Pepe, ¿Dónde está su hijo?
- Ahí ha subío, a cortar leña…
- ¿Con qué herramienta?
- Con un calabocillo…
- ¿Será este –pregunta, con su mala sonrisa, “Pasos Largos” mostrándole de pronto la ensangrentada hoz-, Casi no hizo falta que le diera con él –indica-, porque al verla se quedó blanco, blanco, como muerto… A los dos o tres golpes cayo rodando…
Aún intenta matar a la madre, pero la mujer consigue encerarse, grita, y el asesino huye a la sierra.
En el monte
En vano la Guardia Civil va tras él. “Pasos Largos”, que conoce a palmos la tierra, escapa siempre. Los pastores y los gañanes lo esconden, le dan de comer, espían y desorientan a los guardias…
Un día, en un cortijo, consigue sorprender y desarmar a una pareja.
- ¿Hala, volverse a Ronda a que os compre otros fusiles el capitán!...
Pero no quiere más que darles un susto. Al cabo de un rato, cuando los inermes y avergonzados civiles van lejos, un chico corre a restituirles los fusiles de parte de “Pasos Largos”.
-Un guardia que se deja quitar el arma tiene mucha responsabilidad –le explica al cortijero para justificar su benevolencia-, y a lo mejor esos son dos padres de familia…
Pero en los cafés de los pueblos, los hacendados valientes sacan el pecho oyendo nombrar al bandido…
El labrador del Cortijo de Santiago se acariciaba una canana nueva y decía:
- La he comprado para “Pasos Largos”…
“Pasos Largos” se entera y le envía un recado:


- Mándeme su canana, la escopeta, y, además, cien duros.
- No tengo dinero… La escopeta, no está en casa… -le responde el cortijero.
Al día siguiente, “Pasos Largos” repite la orden.
- Necesito la escopeta y cien duros.
El labriego aún se hace el remolón, cuando el bandido, que acecha desde unos riscos próximo, empieza a disparar sobre la casa…
- Pa darle miedo sólo
- aseguraba después.
Un pastor llega corriendo del cortijo a traerle la escopeta, las municiones y todo el dinero que se ha podido encontrar: sesenta duros.
El amo huye a Ronda en un carro, escondido entre sacos….
Don Diego Villarejo tiene un mal encuentro.
Los confidentes del bandido cuentan que en Cuevas del Becerro, otro rico propietario, don Diego Villarejo, se mofa de él:
- Ese “Pasos Largos”, ¡Valiente tipo! ¡Mira que tenerle miedo a eso!...
“Pasos Largos” se esconde en la Cancha Cantaranas, y una tarde que el seño Villarejo vuelve a caballo de su cortijo de Zaharillas, salto de pronto en medio del camino.
- Don Diego es menester que se venga usted conmigo.
Don Diego que no es un cobarde, intenta resistirse, pero apoyándole en el pecho los cañones de su escopeta “Pasos Largos” lo lleva hasta un escondido rincón de la Sierra, La Cañada del Almendro.
Allí le dicta sus condiciones:
- De aquí no sale usted vivo si no me da cuarenta mil reales.
Don Diego no dispone en aquel momento más que de diez mil, que están en su casa de Ronda.
- Bueno, pues que sean diez mil – concede el ladrón, magnánimo…
Avisan a un aperador de don Diego y lo mandan a Ronda a buscar el dinero.
La carrera de este hombre para librar a su señor ha dejado memoria en la Sierra.
- Anduvo seis leguas en tres horas –cuentan todavía los campesinos.
Mientras el criado cumplía ese maratón, el señor Villarejo y el bandido conversaban casi amistosamente. “Pasos Largos” le quitó el reloj a su prisionero, pero en cambio, le obsequio liberalmente con sus provisiones.
Cuando el aperador llegó con la dos mil quinientas pesetas, se despidieron como si nada hubiera pasado.
- Ea, con Dio, don Diego…
- Adiós, hombre.
Combate
Ahora aparece en la vida de “Pasos Largos” la segunda mujer fatal.
Sus hazañas escandalizaban. En 1916, en el siglo de Kreuger y de Stavisky, un ladrón de Caminos Resultaba una criatura anacrónica. El ministro de la Gobernación moviliza para destruirla un ejército de guardias. En cada cortijo de la Sierra se instala un cuartel: grupos de civiles corren de un lado para otro por los montes.
Acosado el bandido se refugia en una choza del peñón de Mure, junto a Montejaque. Es una choza en la que viven un pastor y su mujer.
Le acogen con buen talante y el torvo bandolero que está ablandado por unos meses de angustias y trabajos, se confía a la mujer – María Gamero se llamaba-, le cuenta sus miserias, le pide que le ayude, le da cincuenta duros ara que vaya a comprarle víveres y cartuchos… María Gamero se muestra maternal y solicita.
- Lo que quieras hombre. Lo probe nos tenemo q´ayudá… Descansa tranquilo…
Para que descanse mejor le sirve una taza una infusión misteriosa…
En cuanto acaba de beberla, el bandolero cae dormido.
María Gamero lo encierra y corre a un cortijo cercano a avisar a los civiles.
Llegan en tropel al asalto de la choza.
De momento, nada descubren en el oscuro rincón donde yace el bandido.
- ¡Aquí no hay nadie! – vocea un guardia a otros que se han quedado fuera.
Pero bruscamente despierto, el forajido salta entre los tricornios, retador y fanfarrioso.
¡Si que hay! ¡Aquí está “Pasos Largos”!
Los civiles parapetados detrás de los peñascos y los árboles rompen el fuego contra él y él contesta, pero, de pronto, en medio del fuego, recuerda que se ha dejado el dinero en el chozo.
Vuelve a recogerlo, y, siempre disparando huye…
Deja a un guardia civil herido, y él va herido también… Pero ¿va a poder escapar? Su única salida es un tajo de quince o veinte metros de altura… “Pasos Largos” cierra sus ojos de gato y salta en el vacío…
La rendición
No está muerto cuando llega al fondo, pero debe de estar moribundo.
Se alza trabajosamente y se ve las manos y el pecho llenos de sangre.
Apenas puede moverse.
Medio arrastrándose se pone en marcha. ¿Hacia dónde?
No lo sabe. Se deja llevar por instinto. Pro en este pobre hombre herido y débil manda el instinto social. El lo que necesita es encontrar otros hombres que le cuiden y lo amparen. Aunque sean civiles… Va a Ronda. Lega al anochecer, atraviesa la ciudad sin que nadie lo reconozca y se presenta en el Café Sibajas, un sitio adonde él iba en otro tiempo a jugar.
- Don Antonio –le dice el dueño-, avise usted a los guardias. Vengo a entregarme…
Era el 15 de agosto. Había fiesta y había corrida. La gente lo dejó todo para acudir a verle…
“El ministro de la Gobernación- contaba al otro día en El Imparcial- facilitó ayer el siguiente telegrama del gobernador de Málaga:
“Según informes de Ronda, al ser conducido a la cárcel el bandido Pasos Largos, fue preciso rodearle de fuerzas de la Guardia Civil, en vista de la actitud del numeroso público que pretendía acercarse a las voces de “¡Viva Pasos Largos!” y ponerle en libertad. Fueron detenidos dos de los sujetos más exaltados…”
Epílogo
Fue condenado a noventa años de presidio, pero los indultos redujeron la pena, y en 1931 salió de Figueras.
Volvió a Ronda. El señor Villarejo, que había sido su víctima, le dio cobijo y lo colocó de guarda en una de sus fincas. El Balgallón, pero los campesinos, sublevados por el advenimiento de la República, invadían el cortijo sin miedo al antiguo bandolero. Ofendido en su dignidad de hombre temible, Pasos Largos dejo el cargo y reanudó su viejo oficio de cazador… Luego lo condenaron a ocho meses de prisión por no sé bien qué; creo que por uso ilegal de armas. Estando cumpliéndolos, hace poco en la cárcel de Málaga, lo vi. yo…”[1]
Estampa, 24 de febrero de 1934

No hay comentarios: