martes, 28 de abril de 2015

"Delirio...", por Salvador Delgado Moya

Ella se recostó sobre las sábanas. Parecía agitada. Daba vueltas sobre un lado y sobre el otro intentando buscar la postura más relajada. Después de varios intentos se colocó boca arriba, bajó la barbilla para contemplar aquel inmenso monumento, todo su abdomen era de forma cóncava. Suavemente con la mano se acarició toda aquella piel, tan tensa que aprecia que iba a estallar en cualquier momento.

Después de varios minutos, quedó plácidamente dormida.

El marido abrió la puerta sigilosamente, con la respiración contenida, asomando una mínima parte de su rostro para intentar no despertarla. Antes de entrar en la alcoba se quitó los zapatos, llego hacia ella y se sentó en el suelo, callado, inmóvil, con la mirada perdida en aquella creación…


    Con su cara se acercó, buscó el lugar más idóneo para transmitirle el mensaje. A cinco dedos por encima de la pelvis sus labios quedaron inmóviles y tras una pausa, dijo:

    “Se que pronto vas nacer, pronto descubrirás la vida, la luz, comenzarás a respirar y latirá tu corazón en otro ambiente, pero antes de que esto ocurra quiero  que sepas cual es la mayor grandeza, el mayor regalo y el motivo que eclosionará tus sentidos…”

    “Hay una palabra, un ser, algo y alguien que iras descubriendo a lo largo de tu vida, ese milagro se llama, Madre”.

    “Ella, desde que nazcas te acurrucará, te facilitará el alimento que contrarrestará con unos pechos doloridos y agrietados. Con lágrimas en los ojos, no sabrá diferenciar si sus lágrimas son la causa del dolor o de la alegría. Te dará calor, serás la posesión más preciada que podrá tener una mujer, te hablará, te susurrará… Llegarás a ser el motivo por el que deambulará  por lo irreal, rozando la locura interna, y, bendita locura”.

    “Sin darnos cuenta irás creciendo. Ella será tu bálsamo, tu estilista, tu modista, tu cocinera, la recepcionista de tus caprichos, la que calmará tus dolencias y la que te resolverá todas tus incógnitas…”

    “Irás creciendo. Llegará un momento que creerás que te vales por ti mismo. Debatirás con ella sobre temas que verás de distinta manera, aportando solo como prueba, tu inexperiencia.  No te gustará algunas veces su tono imperativo en sus afirmaciones, pero el consejo que te doy es  que claudiques. Ya me darás la razón”.

    “Algunas veces la verás alterada con la limpieza, con la cocina, con la ropa, con tus estudios. En diferentes etapas la podrás ver demacrada, luchando por cosas y causas que no llegas a comprender, pero que inevitablemente una madre  tiene que hacer”.

    “Irá pasando el tiempo y un día, el menos pensado, te has hecho un adulto y sin quererlo, fijas tu mirada en ella. La ves algo más mayor, más cansada, con los párpados adoleciendo de la edad, pero piensas, ¡todavía es guapa, todavía la tengo, todavía es mi ángel de la guarda!…”

    “Pasado el tiempo, un día la ves que está decaída. Las fuerzas, el ímpetu y las ganas, las han dejado olvidadas en el camino e irremediablemente sabes que partirá para no volver”.

    “Pues presta atención, hijo mío. Esa criatura es la cosa más maravillosa que la madre naturaleza ha creado.  Ella sonríe, sufre, se desvela, se preocupa, se exalta, se resigna, siente y te consiente, parte y comparte, sopesa, intuye, aconseja, propone y dispone,  evalúa y dictamina, todo ello por un solo motivo, por una única causa, y esa eres… tú”.

    “No pierdas en tu vida un solo momento para besarla, para decirle que la amas con toda tu alma, dile lo guapa que es y que está, intenta que sonría lo máximo posible hasta que se  haga daño en la comisura de su hermosa boca, abrázala, bésala, con fuerza y con pasión, huele su aroma y grábalo en tu mente, intenta que su corazón se agite y se altere cada vez que te vea, te sienta o te recuerde. Dale mucho amor, culmínala  de flores, de detalles, de regalos, de besos, de caricias, de complicidad  culminará de felicidad porque la vida es muy corta, demasiado corta, y no podemos perder ni un segundo  para poder transmitirle que tú eres parte de ella y ella de ti, y cuando ese vínculo se rompe, irremediablemente no hay vuelta atrás”.

    “Lo único que te pido que seas inmensamente feliz, porque en  lo relativo al amor,  lo tienes cubierto de sobra”.

    .- Sintió que alguien por detrás de él le decía: “Papá tus palabras, yo las siento mías y sin embargo, yo soy adoptado…”.  Con lágrimas en los ojos  el padre le respondió: “Da igual porque camino llegaste a su vida, lo importante es que tu eres su hijo y ella es tu madre, y tanto como por ti o como por tu hermano ella dará su vida si hiciese falta. Nueve meses más o menos, es insignificante a lo largo de una vida y si es importante desarrollar un amor intenso, cómplice y apasionado. Ambos sois  su creación y el motivo de su vida y felicidad”.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

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Ser madre es una bendición,
un hijo es el regalo
que a la mujer manda Dios
que desde el cielo le llega
sea por parto o…adopción
que para el caso es lo mismo.
Es, llegada a los brazos de la madre
un hijo o una hija sea bebé
o algo más crecidito.
Para el padre es lo mismo,
los nueve meses de espera
hasta que el parto se produce,
lleno de ilusión e impaciencia
tiempo que se hace muy largo.
No menos largo se hacen
los meses y a veces los años
hasta que el adoptado llega.
Los dos son hijos de ambos
Uno porque lo han concebido,
otro porque lo han deseado
y a la adopción han recurrido,
que para el caso, es lo mismo.
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12.04.16
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Antonio. –El niño del Corchado-