jueves, 9 de abril de 2015

"Seis motivos", por Salvador Delgado Moya

Te fuiste.
Ya hace un año que no te siento.  Desde entonces  mis neuronas  vagan dentro de la incertidumbre y lo ilógico.

Te echo de menos. Anhelo tu forma de tratarme, de cogerme, de palparme… me dejaste huérfana en vida. Aún recuerdo tu piel, tu olor, tu hipnotismo relevante de tu pureza. Sentí  como me tocabas, creándome y recreándome, tal y como la hacías hasta el último de tus días.


Todavía recuerdo tus brazos envolviéndome en un sentimiento mutuo, permutando tu locura con la mía. Quiero ser tuya otra vez. Quiero expresar con palabras mudas lo que tú y yo sólo conocemos, lo que tú y yo sólo creamos y compartimos.

Hoy tus hijas te vuelven a llorar, cada una a su manera, seis llantos sin consuelo, sin resignación, siempre unidas, esperando que tus manos la acaricien con el sentimiento, la delicadeza, la maestría y el amor que le brindaste durante toda tu vida. Metacarpianos mágicos, inigualables,  provocando un embrujo que extasiaba  la vista y el oído.

Hoy he ido a hablar con el mar. Solo con pronunciar tu nombre, todo quedó en silencio; las olas,  el color, su bravura y su grandeza  quedaron reducidos a la nada, a lo inhóspito, a la incredibilidad, derivado del sometimiento de la crueldad  de tu ausencia.

Tristeza en la bahía. Notas mudas. La creatividad difuminada con notas que acariciaban cuerdas pegadas a una destreza, con olor a madera, a nicotina y con barba de varios días.

Te imploro que vuelvas. Sin ti nada será igual. Mi forma redondeada quiere quedar extasiada con tus brazos.
Te fuiste. Sólo decirte que algún día volveré junto a ti, y cuando eso ocurra ten por seguro que la pasión de nuestra unión hará temblar todo el firmamento.

Se despide: tu amada, tu amante, tu cómplice, tu compañera. Se despide: tu guitarra…

Dedicado a D. Francisco Sánchez  Gómez  -
Nuestro, mi maestro, PACO DE LUCÍA.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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Una guitarra que llora
que amarga lágrimas vierte
por la prematura muerte
de su Paco de Lucía.
llora porque como una mujer
(no por sus formas, que también)
se ha quedado viuda.
Manos que a ella templaban,
y que sus ágiles dedos,
con rápidos movimientos
le hacían soltar lamentos,
unas veces cadenciosos
y otra de tristes gemidos,
pero todos eran notas
sacadas de sus adentros.
Notas que hacían vibrar
a tantísimos corazones
cuando las llevaba el viento
a todo aquel que la oía.
Notas que eran poesía
sacadas por suaves dedos
cuando rozando las cuerdas
desde la Prima a las Espinela
mientras con la otra mano
en los distintos trastes del mástil
apretaba esas mismas cuerdas.
La guitarra no ha enmudecido
es que llora con sordina.
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12.04.16
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Antonio. –El niño del Corchado-