lunes, 17 de agosto de 2015

"La paz", por José Antonio Hernández Guerrero

Permitidme –queridos amigos- que reitere mi felicitación a los creadores, a los organizadores y a los profesores de los talleres de la paz, y que, además, transmita mi sentida enhorabuena a los que han tenido la suerte de participar en las jornadas celebradas en San Pablo de Buceite. ¿Recordáis que en mi análisis sobre la importancia de estas jornadas, partía del supuesto de que la paz es una meta que no nos viene dada, no es un regalo gratuito, sino una lección que tenemos que estudiar, una asignatura que tenemos que aprobar, un objetivo que exige que trabajemos, un bien cuya adquisición requiere mucha constancia y la aplicación de principios morales y el ejercicio de múltiples habilidades psicológicas y de diversas técnicas sociológicas?.


Hemos de tener claro, además, que la paz es un bien frágil que nunca lo conseguimos del todo, que se debilita con facilidad y que, al menor descuido, lo perdemos porque son numerosos los obstáculos que hemos de saltar, los impedimentos que la imposibilitan y los enemigos que la atacan. 

Con la paz ocurre algo parecido a lo que nos pasa, por ejemplo, si nos caemos al mar o a un río profundo: que si paramos de nadar, nos hundimos. O cuando montamos en bicicleta: que si dejamos de pedalear, nos caemos. O incluso con el motor de una moto, de un coche o de un tractor que, si no le echamos gasolina, se para. Fijaos –queridos amigos- en la fuerza con la que el Papa Francisco ha titulado su Mensaje para celebración de la 49ª Jornada Mundial de la Paz: "Vence la indiferencia y conquista la paz".

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