jueves, 10 de septiembre de 2015

"Exiliados sin cuenta", por Cristóbal Moreno El Pipeta

Miles de exiliados de Etiopía hasta Libia hace una semana.
Foto de www.cuartopoder.es
El exilio: "Canto fúnebre", triste realidad de una repetitiva y olvidada lotería.
¿Cuántas veces en la historia de la humanidad se ha repetido las forzadas marchas?
Hubieran fronteras o no -la honda, la lanza, la escopeta, el disparo-, cortaba el paso.
Y ahora..., un ¡basta ya!, suena a cañonazo.
Doce mil, treinta mil, cinco mil..., limosnas en un hueco de almas errantes.
Y ahora..., ¡basta ya, no más! ya quedaron repartidas acordándose de los muertos.
Y los muertos vivos no paran de caminar huyendo de la repetida historia.

El hombre vuelve a tropezar en la misma piedra, y así será siempre el hombre.
El poder, el todopoderoso, las armas, las religiones son: espíritus con puntas de fuego.
El pobre, el trabajador, el honesto, el bueno, ¡mamá! MIS NIÑOS..., son las dianas.
Dianas..., de las crisis, de los males y de las guerras; dianas de papel moneda.
¡Son mentiras!, una vida llena de mentiras con un solo fin: producción a cualquier precio.
Las vidas si tienen precio, unas más, otras menos y algunas que poco o nada valen.
Los gobiernos, los intereses, el mar y las fronteras les dan su valor y..., el valor se ahoga.
La vida es el valor y cuando esta se va, para ella, nada ya vale.
¡Y a mí que vienes a contarme, si no te entiendo; esas no son mis palabras, no ves que voy corriendo...!
Yo, con mi familia, de la muerte corro, y es a ella a la única, que por conocerla, no temo.
Temo a la inteligencia y a la mano del hombre, que es quien la reparte.
A la muerte no temo, pues de ella vengo, y a ella voy, pero huyo..., hasta que Dios me llame.
Hoy he llegado a la meta que es de muros y alambradas, como las lágrimas de mis hijos.
Y aquí es donde me doy cuenta que somos el resto de una cuenta.
Y aquí es donde me doy verdadera cuenta de lo que uno tiene y no tiene, de la patria, de la vida, de la familia y del trabajo.
Sí, y aquí, en guerra, también me doy cuenta de que hoy Dios se llama Dinero.
Y si yo tuviera dinero, tendríamos un hueco..., en una cuenta ya hecha.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Repetidas historias, es verdad. También a lo Españoles le pusieron un freno cuando se huía de la guerra civiliZador quién pagará esos gastos?, los trabajadores, seguro; y los demás capitalistas se frotaran las manos: mano de obra barata y más paro para los de aqui. Ya sé. .., hay que ayudar, si, pero ahora lea toca a los q más tienen , ¿o no?

Anónimo dijo...

Tu escrito, es además de lúcido, de un realismo inusitado, propio del sentimiento de libertad, donde siempre luchamos con ataduras, con frenos para hablar y respirar, con un respirar generoso, compartido y, desgraciadamente, nos hallamos en un cruel mundo financiero, que lo cuantifica todo y vales mientras produces, consumes y trabajas, luego si las circunstancias te obligan a "parar", pareces una carga para la sociedad.
Debes publicar hechos como éste, que están llenos de la cruda realidad, de estos momentos y debe ser participe todo nuestro"pequeño mundo".
Tú que sabes y puede, publicas, que aunque lo lean 10 personas, estarán más que cumplido los objetivo, que es dar testimonio con la palabra escrita, de nuestra " rebelión", ante la tremenda y dolorosa situación de los millones de exiliados.

Anónimo dijo...

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Hace algo más de dos mil años
según nos cuenta la historia,
un viejo y humilde varón
dicen que, de barba cana,
con recién parida esposa
y una frágil criatura,
tuvo que huir de su tierra
montados en una borriquita,
al niño le querían matar
sin haber el niño hecho nada,
(siempre hubo criminales
que están dispuestos a matar
Inclusive, a los infantes)
El criminal de esta historia era
al parecer, una testa coronada.
Y la historia se repite
y la historia continúa,
ahora son cientos de miles
los que huyen en desbandadas,
ya que ellos son perseguidos
unas veces por política,
otra por cuestiones religiosas,
muchas por cuestiones económicas
y otras porque sus perseguidores
no son humanos, son hienas.
A este éxodo constate
al llegar a las fronteras
se les impide el paso
con vallas y concertinas,
a veces con disparos de pelotas
y hasta con balas en estos días.
Aquella familia que,
hace ya más de dos milenios
tuvo que a Egipto emigrar
¿Al llegar a la frontera
el paso se lo impediría
altas tapias con espinos?
Pasaporte, no tendrían
¿Por el paso fronterizo
alguno lo rechazó? Creo que no.
Alguien de ellos, se debió apiadar
y levantó aquellos troncos
que hacían de barrera
y la familia pasó.
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08.04.16
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Antonio. –El niño del Corchado-