sábado, 24 de octubre de 2015

Claves del bienestar humano: "La vida es movimiento", por José Antonio Hernández Guerrero

De la misma manera que los movimientos físicos constituyen imprescindibles estímulos para que los órganos corporales mantengan y acrecienten su lozanía, la vitalidad mental, emocional, familiar y social progresa y se extiende, gracias a las actividades que evitan la parálisis. Como nos dicen los médicos, los órganos se desarrollan mediante unos ejercicios adecuados y correctamente programados y, en ocasiones, la mejor medicina para ayudar a curar las diferentes dolencias corporales son los movimientos. Cuando permanecemos inmóviles, quietos, los músculos se debilitan, pierden masa y flexibilidad, los miembros se anquilosan, el corazón bombea con dificultad y los pulmones se atrofian.

Hemos de tener en cuenta, además, que el cerebro es el órgano que más se activa mediante el ejercicio. Hasta comienzos del siglo XX se creía que nuestros cerebro era estático: que sólo se desarrollaba durante la infancia, y que, a partir de la edad adulta, se iniciaba un progresivo declive. 


En la actualidad  conocemos que el cerebro puede seguir generando nuevas conexiones entre las neuronas a lo largo de toda la vida: es el proceso conocido con el nombre de neurogénesis. Los estudios muestran los efectos positivos que un correcto entrenamiento genera en nuestras capacidades cognitivas, en la percepción, en la atención, en la memoria, en el lenguaje e, incluso, en las funciones ejecutivas.
Por eso me permito sugerirles que practiquen, de manera permanente, una adecuada gimnasia cerebral, que realicen ejercicios mentales y que, por ejemplo, piensen, recuerden, relacionen, imaginen, escuchen, conversen, se expresen, se expliquen, se comuniquen, lean, escriban, dibujen y pinten. Y es que la vida es, efectivamente, un permanente fluir. ¿Recuerdan la imagen tópica del río? Pero, por favor, para evitar la esclerosis mental, piensen por sí mismos y defiéndanse de los brillos deslumbrantes de la propaganda política, de los vientos aniquiladores de la publicidad comercial, de los nubarrones violentos de los pregoneros de catástrofes y de las mareas asoladoras del cómodo hedonismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Muy buena lección, si señor!

Anónimo dijo...

Soy uno de esos que,
van perdiendo la memoria.
Los sicólogos me dicen:
Que la memoria no se pierde,
lo que nos ocurre es que
dejamos de utilizarla,
que nos olvidamos
de que tenemos memoria.
Yo les dijo:
Que me voy conformando.
mientras que no me olvide,
de que me voy olvidando.
Conforme me hacía mayor,
fui perdiendo la memoria.
¡Cuántas cosas he perdido
desde que nací hasta ahora!
¡Cuántas cosas he dejado,
en el borde del canino!
La infancia, la adolescencia,
la juventud, la inocencia,
muchos jirones de piel,
y trocitos del corazón.
Algunos pierden, dedos, manos,
piernas y pies
y casi siempre todos perdemos
algo o mucho de razón.
Y también todos perdemos
amores, familia y amigos,
pocas veces enemigos,
parece de que tiene la condena
de que viajen contigo.
Perdemos las ilusiones,
los anhelos y esperanzas.
Promesas que nos hicieron,
unas verdaderas y, otras no tantas.
Muchas promesas que hicimos,
dimos falsas esperanzas,
dimos palabras de honor
que igualmente en la cuneta
se quedaron olvidadas.
Perdimos a nuestros padres,
y a los que nos precedieron
tíos, tías y padrinos,
también, a nuestros abuelos.
Con solo venir al mundo,
se pierde el seno materno.
y durante toda la vida,
es perder, y seguir perdiendo.
A veces se pierde a un hijo
cosa que no es natural,
no es justo que unos padres
tengan a un hijo que enterrar.
Al perder a nuestra pareja
todo, todo lo hemos perdido.
¿Sobre quién nos apoyaremos
al ir perdiendo los sentidos?
Ya que, se va perdiendo la vista,
también se pierde el oído
y las fuerzas se van quedando
con las gotas de sudor
a lo largo del camino.
Vamos perdiendo memoria
que es cosa buena y no mala.
fuese como si la naturaleza,
que la naturaleza fuese sabia,
y nos va quitando memoria
para poder soportar
las horas de soledad
que vivir, nos tocarán
aun, teniendo compañía
en la vejez nos espera
estar en soledad noche y día.
Con la pérdida de memoria,
la naturaleza parece que remedia
esa soledad del alma
difícil de soportar,
ya que, en perdiendo la memoria,
no podemos comparar
y se sufre menos, menos mal.
Tampoco recordaremos
la visita de la calva,
esa que viste de negro
y en la mano, la guadaña.
Lo último que perdemos, es la vida,
el morir, no es perderla,
porque cambiamos a otra
sin caminos ni cunetas.
Y al no existir caminos,
ya no hay nada que se pierda.
La pérdida de memoria,
no parece ser cosa tan mala,
puede que sea protección para el hombre
y protección para su alma.


Dedicada a todos los profesionales que trabajan en la recuperación de la memoria, en el colectivo de mayores.