martes, 10 de mayo de 2016

Desafíos universitarios/11: El "tecnologismo", por José Antonio Hernández Guerrero

ADVIERTO que, con esta denominación, no me refiero al desarrollo racional de la tecnología, al uso de los conocimientos técnicos que nos sirven para diseñar proyectos, para crear bienes y para ampliar unos servicios que faciliten la adaptación al medio ambiente y la satisfacción de las necesidades esenciales y de los deseos razonables de la humanidad. Reconozco que la actividad tecnológica influye poderosamente en el progreso social y económico, pero también soy consciente de que, si no se orienta de una manera adecuada, puede favorecer el consumismo sin resolver los problemas esenciales de los más necesitados y sin ayudar al uso sostenible del medio ambiente.


Ya sé que la tecnología puede servir, incluso, para proteger la naturaleza y para evitar que las crecientes necesidades provoquen el agotamiento o la degradación de los recursos materiales y energéticos del planeta, pero también me preocupa que, a veces, tenga como consecuencia el aumento de las desigualdades sociales. Para que la técnica humanice es imprescindible que racionalice sus fuerzas, administre sus recursos, economice sus energías y aproveche sus potencialidades. Con el término "tecnologismo", me refiero a la concepción de la tecnología como una ideología de la técnica que, prescindiendo del pensamiento humanista, arrincona los valores éticos, sociales y estéticos. Estoy de acuerdo en que hemos de valorar positivamente el desarrollo de la técnica, pero a condición de que no la aceptemos de una manera absoluta y acrítica que ignore o anule la posibilidad de que la voluntad humana diga "no" a su crecimiento incontrolado como si éste constituyera el fin último de las actividades investigadoras y la vía segura para el crecimiento social y para el dominio del mundo.


En mi opinión, los adelantos técnicos han de estar orientados y alentados por un afán explícito de mejorar las condiciones de vida humana tanto individual como colectiva. Hemos de ser conscientes de los riesgos que frecuentemente corremos cuando olvidamos que un tecnologismo incontrolado hace que perdamos de vista los valores que nos hacen más "humanos" y prescinde de las metas que nos proporcionan un mayor bienestar a una mayoría de ciudadanos. No estoy en contra de los avances tecnológicos sino a favor de su utilización imaginativa y, sobre todo, de esa aplicación razonable que tiene la mirada fija en el bienestar humano que trasciende la mera eficacia económica e, incluso, la simple comodidad: ha de ser una parte integrante de un proyecto coherente de un crecimiento personal armónico, de un mundo más confortable y de una sociedad solidaria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace años nos decían
que las nuevas tecnologías
y el creciente automatismo
a este mundo lo llevaría
hacia la sociedad del ocio
y el trabajo no automatizable
sería justamente repartido
entre todos y cada uno.
Que al hombre le quedaría
muchísimo tiempo libre
para aumentar conocimientos
hacer mucho más deporte
y para dedicarlo al ocio y a las artes.
En esa clase yo disentía
esgrimiendo estos argumentos:
Que el trabajo que destruye
el autoservicio y el automatismo
es suprimido y amortizado
pasando el personal que lo ejercía
a engrosar las largas colas del paro
y que como muestra de ello
sirvan estos algunos ejemplos:
En la banca, los cajeros automáticos
En los bloques de viviendas,
los porteros electrónicos
En las gasolineras, el autoservicio
Y en grandes superficies,
ya se están implantando
líneas de salidas, sin cajeras
y al pasar el cliente
el carro de la compra
por un arco detector
el escáner registra todos los productos,
dispensa factura o tique
y con la tarjeta de crédito
hace el cargo en nuestra cuenta.
Ya ocurrió antes en el campo
con la siembra, recolección
y la automatización del riego
de muchos productos agrarios.
En la industria actualmente
prescinde de cincuenta por ciento
de la mano de obra que empleaban
solamente hace unas décadas
para producir muchísimos productos.
Esto, va en aumento exponencial
y para sacar la producción
donde aún no han automatizado
y necesitan mucha mano de obra,
nuestros empresarios emigran,
montando sus fábricas en China,
India y en todo el sur de Asia,
donde los costos laborales
son netamente inferiores
ya que los salarios son de miseria
con legislaciones laborales
muy escasas, o nulas.
Estamos creando una sociedad
donde la mayoría de los que trabajan
lo hacen con contratos en precario,
con muy bajos, miserables salarios
y con jornadas muy largas
que van, desde diez
a doces horas diarias.
Cada vez hay más personas en paro
que no tienen, de que comer
ya que el cobro por desempleo
cada vez amparan a menos
y, las cuantías de la prestación
disminuye, acortan y recortan.
.
10.05.16
.
Antonio.– El niño del Corchado-

Campuscrea dijo...

Le agradezco, querido amigo, la aplicación práctica y las concretas ilustraciones de una teoría excesivamente abstracta. Un abrazo. José Antonio