martes, 1 de agosto de 2017

Naciones de Iberia: “De cuando los catalanes quisieron ser españoles”, por Eduardo Navarro Er Pedagogo Jimenato

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CON estos escritos se trata de contar curiosidades relacionadas con los territorios que integran Iberia. No se debiera olvidar, que ya en el Siglo VIII, Abd al-Rahmán I, tuvo que “bregar” con las innatas disidencias de este pueblo ibérico, tan extraño como atrayente, para fundar una de las dinastía de más esplendor de la historia.


Y, ¿por qué comenzar con Cataluña? Es obvio que "el proceso de Referéndum” está de moda, yo diría más, está incluso “jartible”. Retrotraigámonos en el tiempo al primer episodio “secesionista” de Cataluña, que culmina con el retorno a la corona española, incluso objeto del deseo de algunos, después de su paso por la Francia centralizada.

Es que en tiempos de Felipe IV de Hasburgo, el Duque de Olivares acaparaba muchas de las funciones del Gobierno. Su agresiva política en el exterior, para dar lustre al imperio español,  exigía enormes sacrificios a los reinos que componían la corona. Y olvidar no puedo esos versos de Quevedo:

“En Navarra y Aragón
No hay quien tribute un real;
Cataluña y Portugal son de la misma opinión;
Sólo Castilla y León
Y el noble pueblo andaluz
Llevan a cuestas la cruz”

Sea como fuere, estas “apreturas” conllevaron importantes repercusiones negativas en los territorios internos de la corona. Entre ellas la sublevación de los segadores en Barcelona en 1640, cuando los campesinos asesinaron al virrey y empujaron la huida de la autoridades.

Al año siguiente Pau Claris, ayudado por los franceses proclama la independencia catalana, que tan sólo dura seis días. El rey Luis XIII de Francia es reconocido, en nombre del Principado, como conde de Barcelona y los territorios quedaron anexionados al país vecino.

Barcelona capituló ante las tropas española, comandadas por  Juan José de Austria, en octubre de 1652. No se llevaron a cabo represalias y el rey Felipe IV juró obediencia a los fueros catalanes.

Para la historiadora Eva Serra, la nobleza catalana se atemorizó ante la rebelión de los segadores. Es que “nobleza obliga”, máxime cuando el carácter “anticastellano” cobra un giro social “antinobiliaro”; por ello solicitan el apoyo francés. Anasagasti nos dice que la política francesa de Richelieu era tanto o más perniciosa que la del mismo Duque de Olivares, de manera que las estancias  del poder se fueron decantando al retorno a la corona española.

Para ir concluyendo, hagamos uso de la efeméride. Ahora que se cumplen los 25 años de las Olimpiadas Barcelona 92, nos trae el recuerdo de momentos de implicación de las instituciones en un proyecto común. Ayuntamiento de Barcelona, Gobierno de la Generalitat y Gobierno del Estado caminaron de la mano.

Muy ilustrativo el comic “Barcelona 92” de Francisco Ibáñez. El acontecimiento estaba a punto de comenzar, por ello se encarga a una pareja de agente secretos, “la más famosa del mundo mundial”, Mortadelo y Filemón, que protejan los juegos olímpicos de un grupo de llamados T.E.T.A. (Terroristas Euro Trans Atlánticos). Su misión: desbaratar cualquier acción terrorista y proteger a las autoridades del evento:
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Viendo a las autoridades nacionales y autonómicas, especialmente Felipe González y Jordi Puyol, entiendes que la honestidad, el trabajar en proyecto comunes, toda una trayectoria de vida política sin ningún fin lucrativo, etc., hiciera resplandecer el espíritu olímpico en nuestro país. Mira, mira, hasta los vellos de mis brazos se me han puesto como escarpias al escribir este párrafo con el teclado.

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