martes, 2 de enero de 2018

"Petardos. Con la P de pesadilla", por Francisco Quirós "Pacurro"

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EL PASADO día 30 de diciembre. Asistí a una misa de difuntos. El acto se prolongó unos cuarenta y cinco minutos. Más los saludos al final del oficio, así que permanecí en el templo una hora aproximadamente .


Durante ese tiempo, cada par de minutos, muy cerca del lugar,  explotaba un petardo, de vez en cuando uno de grandes dimensiones, aparte del estruendoso ruido, percibíamos las llamaradas.

Sinceramente, no alcanzo a comprender, que placer puede producir, hacer explotar una y otra vez, esos artificios, sin nada que celebrar. No creo que los regalen. Una manera estúpida de quemar el dinero.

Entiendo, la afición que existe en parte de nuestro territorio nacional, en especial por el Levante, hacia este tipo de manifestaciones. Es una tradición, fiestas que celebrar, etc. 

Pero en nuestra tierra, no lo entiendo, repito cuando no hay nada que celebrar. La noche vieja, justo después de las doce campanadas, hicieron explotar una traca, con fuegos artificiales incluidos. Aquello duró unos cinco minutos. El sonido era distinto, además era una forma alegre de recibir el año nuevo, totalmente de acuerdo.

Pero esos petarditos, que nos machacan una y otra vez, crispándonos los nervios, a eso no hay derecho.

Y los pobres perros. He comprobado personalmente, como tiemblan de terror. Sinceramente no hay derecho a ello.

No estoy por la labor que se prohiban totalmente. Pero con moderación, cuando sea justificado por algo. Ejemplo la entrada del nuevo año. Fin de alguna fiesta popular y similares.

Francisco Quirós "Pacurro"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo Paco, también yo estuve en otra misa de difunto, en las proximidades del día 25, y sentí vergüenza de lo que estaría pensando el nuevo párroco de nacionalidad colombiana, pero más de la pobre familia de la difunta que no pudo oír la misa como todos hubiéramos querido, aparte de verter algunas lágrimas más por ese motivo. La misa del gallo no fue menos, y sufrió debido a los indeseados petarderos, incluso nuestra comparsa de pastores no se oyó como siempre ante los inoportunos y sonoros petardazos. Tal fueron las molestias que causaron que, con posterioridad, varios de los asistentes se reunieron con personal de la Asociación de San Pedro y de San Pablo proponiéndoles la fabricación de unas mamparas, tal como existen en muchas iglesias y catedrales, que animoraran las molestias de ruídos procedentes del exterior.
Aquí no se está juzgando las creencias (pues igual solicitaría si ocurriese en la Junta de Distrito o en el propio Ayuntamiento de Jimena), lo importante es el respeto por los que piensan de una u otra forma, si es religioso o no, o si depende de un partido político o de otro. Repito, el respeto por el semejante es el principio de todo respeto. Nadie es más ni menos por pensar de una u otra forma. Si no nos gusta ir a misa, con no ir basta. Tampoco es justo ni acorde el quedarse en la puerta charlando en voz alta; más civilizado sería el alejarse lo suficiente como para poder charlar sin molestar, al igual que pudiera ocurrir en cualquier acto cultural en el propio salón de la Junta de Distrito; hay que tener un respeto y consideración con los que escuchan.
Y ya puesto pongámonos también a criticar a los propios niños (digo a sus mayores) que en horas de celebraciones religiosas (misas, bautizos, bodas, etc.) no cesan de pegar pelotazos en las puertas del templo religioso, sin que nadie les llame la atención: los de dentro por vergüenza de interrumpir el acto y los de fuera por que no caen -o no quieren caer- en las molestias que tales juegos causan a los asistentes.
Yo aquí pediría un examen de conciencia y que todos pensáramos simplemente en la cantidad de personas, más o menos creyentes, que estamos casados por la iglesia, hemos hecho la comunión o simplemente oímos misa de difunto durante un entierro o en las misas posteriores, quizás una muy gran mayoría del pueblo. Pues bien, simplemente por eso, hemos de ser respetuosos con ellos y con los actos a los que acuden. A partir de ahí, mis más sinceros respeto por los que no son creyentes, pues precisamente "gracias a Dios" o "a nuestras políticas", gozamos de esa (y lo escribiré con mayúsculas) LIBERTAD, esto es, siempre y cuando no atente contra la libertad de otro.

Anónimo dijo...

Tirar petardos y cohetes en la calle está prohibido. Y los municipales ?